CUANDO EL HAMBRE GOLPEA LA PUERTA Y EL PODER MIRA PARA EL OTRO LADO

23/04/2025 Agustín Arcenegui
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Hoy amanecimos con una postal repetida, pero cada vez más dolorosa: comedores comunitarios reclamando frente a la Municipalidad. Gente que no pide lujo, que no pide privilegios. Pide comida. Pide asistencia básica. Pide que alguien del otro lado se digne a escuchar.

Mientras cientos de familias hacen malabares para poner un plato sobre la mesa, el municipio —con un presupuesto de 133 mil millones de pesos— mantiene la obra pública paralizada y deja abandonados los espacios que contienen a quienes más lo necesitan.

Y como si eso no alcanzara, el intendente vive en una casa valuada en más de un millón y medio de dólares. Sí, leyó bien. Una casa de un millón y medio de dólares, en una ciudad donde la gente se saltea comidas y los comedores funcionan a pulmón.

¿Dónde están las prioridades? ¿Dónde quedó la sensibilidad política? ¿Cómo se explica que con semejante presupuesto no haya recursos para sostener lo básico?

La gestión local parece haber perdido el rumbo. O peor: haber elegido otro rumbo. Uno que no incluye a los barrios, que no abraza a los sectores populares, que no entiende —o no quiere entender— que la desigualdad mata todos los días un poco más.

Desde La Otra Mirada, no vamos a naturalizar el abandono. Porque no es normal que se reprima el hambre con indiferencia. No es normal que quienes tienen la responsabilidad de cuidar estén ocupados en cuidar sus privilegios.

Hoy más que nunca, mirar del otro lado no es una opción. Es momento de exigir respuestas. Y de hacerlo con la fuerza que da la dignidad.

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